arte

jueves, 24 de mayo de 2012

La Historia del Teatro Méxicano

El Teatro Mexicano en el inicio surge del ritual, tal como los griegos o romanos. El Teatro Indígena sugiere, más que representa, su realidad y su público frecuentemente capta esta realidad a través de un estado hipnoperceptivo a fuerza de la incanzable repetición de movimientos, temas musicales y coreografías. El propósito mágico-religioso primordial de este tipo de teatro es influenciar sobre las fuerzas sobrenaturales del gran cosmos. 


Esto es una característica del arte indígena en todas sus formas, justamente como todas las formas del arte indígena van encauzadas hasta esta misma finalidad; la activación de las fuerzas cósmicas en beneficio del hombre.Las danzas y cantos dedicados a sus múltiples dioses, sus trajes y atavíos, sus aderezos de plumas y joyas, sus máscaras, al igual que la pintura en rostros y cuerpos y sus trajes de aves y animales, los disfraces, efectivamente hablan, por su similitud con los signos teatrales, de un maquillaje, vestuario, mimesis, escenografía y un escenario; pero (...) su propia esencia, el carácter de su naturaleza ritual. Tal vez podria clasificarse como "Tearo-Ritual"

Luego con la conquista, surge un teatro evangelizador, historias para llevar el evangelio a los indígenas y que acepten el catolisismo. 
A partir de la época colonial, el teatro se basó completamente en los modelos europeos. Pero a finales del siglo XVII, destacó: Sor Juana Inés de la Cruz quien escribió "Los empeños de una casa", "Amor es más laberinto" y "El divino Narciso" (1688), auto sacramentale en el cual intervienen personajes mexicanos.
Aunque nacido en Taxco, México, Juan Ruiz de Alarcón realizó sus estudios y su trabajo en España. Por eso algunos lo llaman autor español y otros mexicano. Alarcón construye la acción a partir del carácter de los personajes, que sirve de impulso para proyectar el mundo interior y el mecanismo de cada obra. Entre sus obras más importantes está: "Las paredes oyen" 
Varios años después de la independencia se reanuda una producción dramática digna de mención. Autores importantes de este periodo son Manuel Eduardo de Gorostiza con su obra "Contigo, pan y cebolla", y Fernando Calderón con "A ninguna de las tres.
De tal influencia, aunque trasladada a escenarios y personajes mexicanos surgieron autores como José Joaquín Gamboa que en la década de 1920 escribió "La venganza de la gleba", obra sin embargo de temática social en la que se trata la desigualdad, la opresión entre clases y el derecho de pernada como uno de tantos abusos y formas de explotación que los latifundistas ejercían sobre los campesinos.
   
En 1902 fue fundada la Sociedad de Autores Dramáticos que se interesó por organizar lecturas de obras de autores mexicanos. Tal circunstancia fomentó la aparición de dramaturgos que, sin embargo, tenían que competir con el teatro llegado de España. Fue en 1928, con la formación del grupo Ulises que se inició un movimiento de vanguardia y renovación teatral encabezado por Xavier Villaurrutia y Salvador Novo, quienes, junto con Rodolfo Usigli, se dedicaron a la traducción de obras de importantes autores contemporáneos como Henrik Ibsen, August Strindberg, Luigi Pirandello y otros muchos. Más tarde en 1932 se formó el grupo del Teatro Orientación, fundado por el dramaturgo Celestino Gorostiza preocupado por las innovaciones escénicas. Fue este grupo el que introdujo las técnicas de directores teatrales como Gordon Craig, Max Reinhardt y Erwin Piscator.
   
En los años 1950, Salvador Novo funda el Teatro la Capilla y presenta las obras de Samuel Beckett y Eugène Ionesco. De los trabajos de Villaurrutia, Novo y Usigli surgió más tarde el teatro universitario y la carrera de Literatura Dramática y Teatro de la facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México. Los tres, junto con Celestino Gorostiza, formaron importantes generaciones de actores, directores y dramaturgos y gracias a ellos el teatro mexicano comenzó a adquirir personalidad y a tratar problemas propios tomando como punto de partida la realidad del espectador a quien va dirigido.

El primer gran dramaturgo mexicano es, sin lugar a dudas, Rodolfo Usigli, autor de una gran producción rica en matices. Entre sus obras destacan: El gesticulador 

La llegada a México del director teatral japonés Seki Sano, alumno de Stanislavski, influyó definitivamente en la formación de una generación de dramaturgos con un sólido conocimiento y dominio de la técnica teatral: Emilio Carballido, con "Rosalba y los llaveros" y "Rosa de dos aromas"; Luisa Josefina Hernández, "Los frutos caídos"; Héctor Mendoza, "Zona templada" y Sergio Magaña cuyas obras inauguraron un nuevo ciclo en el teatro mexicano y el conjunto de su obra es hoy modelo de creación, debido a su perfección técnica, libertad estructural, diversidad temática y profunda observación de su sociedad, ejemplo de esto: "Los Signos del zodiaco"

Esta generación de autores creó la necesidad de unos directores capaces de comprender y asimilar el universo planteado en las nuevas obras. Surgen también directores innovadores y preocupados por la experimentación y el manejo de nuevos recursos escénicos, entre los que destacan: Héctor Mendoza, Luis de Tavira, Julio Castillo, Ludwick Margules, José Luis Ibáñez y Juan José Gurrola.

También destacan en el panorama teatral mexicano, Luis G. Basurto, Héctor Azar, Hugo Argüelles y Vicente Leñero, cuya obra "Los albañiles" está basada en las técnicas del teatro documento apoyado en sucesos sensacionalistas extraídos de los diarios o de la historia del país que luego recrea eficazmente en escena.

Destacan además los nombres de Óscar Villegas, Willebaldo López, Pilar Campesino, Hugo Iriart, Jesús González Dávila, Óscar Liera, Juan Tovar, Víctor Hugo Rascón Banda, Sabina Berman y recientemente, Ximena Escalante, Luis Enrique Gutierrez Ortíz Monasterio Y Edgar Chías; por mencionar algunos

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